miércoles, abril 11, 2007

Un minuto de silencio

Quiso explicarse las extrañas sensaciones que le acechaban pero no pudo. Siguió caminando por los pequeños y silenciosos callejones de aquella ciudad de los muertos mientras sentía cómo la observaban cientos, miles de ojos de mirada hastiada y, en cierta forma, agradecida por encontrar algo en lo que matar un poco más su tiempo.



De pronto el resto de la expedición se paró ante una torre medio derruida y ella les imitó. Leyó con curiosidad los nombres de los propietarios de cada piso, y casi pudo notar cómo los secretos que allí dentro se guardaban la invitaban a entrar, ansiosos por ser descubiertos.



Flores. Escayola. Un crucifijo abandonado en el cemento. El cielo nublado, aire frío, un par de gotas de agua amenazando sobre la frente. Y un escalofrío recorrió su espalda.



Sí, lo sé. Da asco, ¿verdad? El dinero mueve montañas. Y, además, tiene la exclusiva.







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