A lo mejor por eso me agobia tanto la rutina mientras hago planes y más planes de futuro, por miedo a que el tiempo se me agote y la muerte me pille en bragas. Hasta para morirse hay que ir vestido con un poco de elegancia...
De ahí que no entienda la palabra paciencia. Y que a veces, en mi afán de avanzar a toda prisa, me cueste tanto pararme a mirar hacia atrás, para esperar un poco a los que me piden tiempo para alcanzarme.
Es cuestión de aprender que no todos vamos al mismo ritmo. Y de asumir que, de hecho, yo voy al mio, propio, único, inventado al son de mi locura. O no...
