
Da tanto que pensar...
Y yo decido vivir intensamente cada minuto que me quede de vida, una vida frágil y corta que, por mucho que intentes aferrar a tu puño, en el momento menos pensado y, probablemente, más inoportuno, se te escurre entre los dedos.
Me atrevería a llamarlo injusto, aunque la muerte nunca es justa. O casi...