
Es verdad.
No tengo maldad, y a pesar de ello no soy excesivamente ingenua. Aunque a veces tengo reminiscencias y bajo la guardia.
Y, además, sé que la felicidad, en mi caso, no es un estado normal. Pero también es cierto que eso hace que saboree con mayor intensidad los momentos felices.
A veces conformarse no es tan malo...